El uso de tecnologías como la inteligencia artificial y la realidad extendida redefine los escenarios de conflicto.
España trabaja en soluciones avanzadas para detectar y neutralizar ataques como el jamming y spoofing.
La colaboración con fuerzas de seguridad y desarrollo nacional de tecnologías refuerzan la autonomía estratégica.
La IA ya participa en decisiones críticas en el campo de batalla y avanza hacia una autonomía total.
Nuevos escenarios de guerra: más allá del misil
Los conflictos del futuro ya no se libran únicamente con armamento convencional. La creciente dependencia tecnológica ha trasladado las guerras a espacios como el ciberespacio y el espectro electromagnético, donde una interferencia de señal puede tener consecuencias tan graves como un ataque físico.
Un ejemplo reciente ocurrió el pasado 31 de agosto, cuando el avión de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sufrió interferencias en su sistema GPS, obligando a un aterrizaje manual en Bulgaria. Aunque no hubo heridos, el incidente volvió a abrir el debate sobre la seguridad digital y la preparación ante amenazas invisibles.
Ciberataques invisibles: del jamming al spoofing
Técnicas como el jamming —perturbación de señales mediante ondas de radio— ya son habituales en zonas de conflicto, especialmente desde el inicio de la guerra en Ucrania. En paralelo, métodos más sofisticados como el spoofing, que altera la señal para engañar a los receptores, pueden causar fallos críticos en la navegación de aeronaves o sistemas autónomos.
España trabaja activamente en tecnologías capaces de detectar y responder a estos ataques, recurriendo a sensores alternativos y algoritmos de inteligencia artificial que permiten mantener la conciencia situacional incluso en escenarios comprometidos.
Inteligencia artificial y defensa: el papel de la industria nacional
Empresas tecnológicas nacionales están desarrollando soluciones específicas en colaboración con las Fuerzas Armadas y cuerpos de seguridad, como el Regimiento de Guerra Electrónica 31. Estas soluciones se diseñan como trajes a medida, con capacidades de mando, control y análisis para enfrentar amenazas híbridas y emergentes.
El objetivo es claro: minimizar la dependencia tecnológica del exterior y fortalecer la autonomía estratégica nacional. La inteligencia artificial se convierte en un aliado clave, permitiendo analizar en tiempo real señales de posicionamiento, amenazas cibernéticas o movimientos en el campo de batalla.
Realidad extendida y mando en tiempo real
Otra línea de innovación es la integración de realidad extendida en aplicaciones tácticas y operativas. Plataformas móviles permiten a los mandos tener una visión integral del campo de batalla en tiempo real, lo que agiliza la toma de decisiones complejas. Estas herramientas, ya operativas en entornos de despliegue, están pensadas para facilitar la coordinación de unidades y el uso eficiente de los recursos disponibles.
IA autónoma: una frontera ética y operativa
Según expertos del sector, ya nos encontramos en la primera fase hacia una guerra autónoma, en la que la IA analiza datos y apoya la toma de decisiones humanas. Sin embargo, el avance hacia una segunda fase, donde la IA sugiere acciones, y una tercera, donde toma decisiones sin intervención humana, ya está en marcha en otros ámbitos.
Casos documentados durante el conflicto en Ucrania muestran drones capaces de actuar por cuenta propia, eludiendo la famosa primera ley de la robótica. Este escenario plantea retos legales, éticos y estratégicos, donde será esencial establecer límites y protocolos que definan el uso aceptable de estas tecnologías en conflictos armados.
Prepararse para un nuevo tipo de guerra
La ciberseguridad española avanza hacia un enfoque integral que combina prevención, desarrollo tecnológico nacional, formación especializada e inteligencia artificial aplicada. En un entorno global cada vez más inestable y tecnológicamente complejo, la capacidad de adaptación y anticipación será la clave para garantizar la seguridad y soberanía digital del país.
Porque en los conflictos del futuro, la victoria no dependerá solo de la fuerza bruta, sino de la capacidad de dominar y proteger la información y la tecnología.