A lo largo de las últimas décadas, el papel de la mujer en el entorno rural y, concretamente, en el ámbito agroalimentario, ha evolucionado de forma constante. Sin embargo, esta transformación sigue sin reflejarse de manera justa en muchos diagnósticos organizativos y documentos estratégicos. La infrarrepresentación, la invisibilidad de ciertas funciones o el uso de estereotipos perpetúan una imagen sesgada que dificulta la verdadera igualdad. Este artículo te ayudará a entender cómo reconocer y visibilizar adecuadamente la contribución de las mujeres en el agro, especialmente durante la fase de diagnóstico de un plan de igualdad.
¿Por qué es clave un diagnóstico que refleje la realidad?
El diagnóstico es el primer paso esencial para implantar un plan de igualdad eficaz. Es el espejo de la organización, el punto de partida que determinará las medidas futuras. Si desde el inicio no se recoge la realidad de forma fiel, las acciones posteriores carecerán de impacto real. Esto es especialmente crítico en sectores como el agroalimentario, donde el trabajo femenino ha sido históricamente subvalorado o directamente ignorado.
En el caso de las mujeres del agro, muchas veces desempeñan múltiples funciones, desde tareas administrativas hasta trabajos productivos o de coordinación, sin que ello se vea reflejado en organigramas ni se reconozca en las relaciones laborales formales. Un diagnóstico incompleto perpetúa esa situación y evita que se actúe para corregirla.
Dificultades habituales en el diagnóstico de género en el sector agro
Invisibilidad de funciones y roles múltiples
Las mujeres del entorno rural combinan tareas del hogar, cuidado de personas dependientes, gestión económica de explotaciones y trabajo directo en el campo. Sin embargo, muchas de estas funciones no están contractualmente reconocidas ni valoradas en términos retributivos o de promoción. Al no estar registradas formalmente, quedan fuera del diagnóstico.
Falta de datos desagregados y análisis cualitativo
Los diagnósticos basados solo en cifras de plantilla no reflejan realidades profundas como los obstáculos a la promoción, la falta de conciliación o el acoso por razón de género. Se necesitan entrevistas, encuestas y grupos focales para captar estas dimensiones.
Estereotipos de género en la redacción del diagnóstico
Es habitual que los diagnósticos describan la participación femenina en términos pasivos o auxiliares, relegándolas a labores de apoyo. Esto no solo es erróneo, sino que refuerza la desigualdad y desmotiva la participación.
Dificultad para detectar discriminación indirecta
La discriminación indirecta se produce cuando una política aparentemente neutral perjudica más a un grupo. En el agro, por ejemplo, ciertas jornadas laborales o estructuras jerárquicas limitan más la participación femenina, especialmente si existen responsabilidades familiares asumidas en mayor medida por las mujeres.
Te contamos cómo visibilizar el papel real de las mujeres en el agro
1. Aplicar una perspectiva de género desde el inicio
El diagnóstico no debe ser una simple recopilación de datos. Debe construirse desde un enfoque de género, con preguntas clave como: ¿Qué funciones desempeñan realmente las mujeres? ¿Qué barreras enfrentan para acceder a la titularidad, formación o promoción?
2. Incluir técnicas de diagnóstico cualitativo
Además del análisis cuantitativo, es fundamental incorporar:
Entrevistas individuales a mujeres de distintos perfiles.
Grupos focales para detectar patrones comunes de discriminación.
Revisión documental de contratos, nóminas, promociones y formación.
Observación de tareas para detectar funciones no reconocidas formalmente.
3. Identificar la titularidad compartida y los roles no visibles
En el sector agro, muchas mujeres trabajan en explotaciones familiares sin reconocimiento jurídico. La figura de la titularidad compartida busca visibilizar esta realidad, pero su aplicación es aún escasa. El diagnóstico debe identificar cuántas mujeres realizan tareas relevantes sin titularidad o contrato formal.
4. Evaluar las condiciones de conciliación
La falta de servicios de apoyo (guarderías, transporte público, acceso a la formación) condiciona fuertemente la participación femenina en el agro. El diagnóstico debe recoger la situación familiar, los horarios reales y la disponibilidad de recursos para la conciliación.
5. Analizar el acceso a formación y promoción
En muchos casos, las mujeres del ámbito agro tienen menor acceso a formación técnica o directiva. El diagnóstico debe recoger no solo las cifras, sino también las causas: horarios incompatibles, falta de información, sesgos en la selección de participantes.
Buenas prácticas para un diagnóstico justo en el entorno rural
Revisar categorías profesionales y funciones reales para detectar si el trabajo de las mujeres está infravalorado.
Analizar el lenguaje de los documentos internos para evitar expresiones sexistas o estereotipadas.
Incluir recomendaciones de mejora ya desde el diagnóstico: acceso a formación, mejoras en la conciliación, reconocimiento de tareas no remuneradas.
Formar al equipo que realiza el diagnóstico en igualdad de género y realidad rural.
Contexto normativo que refuerza esta necesidad
La Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres establece la obligatoriedad de integrar la perspectiva de género en todos los procesos organizativos, especialmente en el diagnóstico previo al plan de igualdad.
Asimismo, el Real Decreto 901/2020, que regula los planes de igualdad y su registro, insiste en que el diagnóstico debe ser “negociado, completo y objetivo”, incluyendo análisis cualitativo y cuantitativo de todos los factores que puedan generar desigualdad.
El Estatuto de las Mujeres Rurales, impulsado por algunas comunidades autónomas, también insta a visibilizar la labor de las mujeres en las explotaciones agrarias y mejorar su reconocimiento profesional.
Por tanto, reflejar adecuadamente la situación real de las mujeres del agro no es solo una buena práctica, sino una exigencia normativa.
Consecuencias de un diagnóstico erróneo o incompleto
Un diagnóstico que no recoge fielmente la realidad de las mujeres en el agro tendrá consecuencias directas:
Medidas ineficaces o mal orientadas.
Pérdida de oportunidades de financiación o reconocimiento institucional.
Persistencia de desigualdades estructurales en la organización.
Dificultades para el cumplimiento legal en materia de igualdad.
Desmotivación entre las trabajadoras al no sentirse reconocidas.
Soluciones aplicables y sostenibles
El objetivo es construir diagnósticos que reflejen lo que ocurre realmente en la organización. Para ello:
Utiliza indicadores de género adaptados al entorno rural.
Aplica metodologías participativas que incluyan a las mujeres desde el inicio.
Colabora con agentes externos especializados si no se cuenta con experiencia interna.
Integra resultados en la toma de decisiones estratégicas.
En este sentido, la elaboración de un plan de igualdad bien fundamentado no solo corrige desigualdades, sino que impulsa el rendimiento y cohesión de las organizaciones del agro.
¿Qué puede aportar un buen plan de igualdad al sector agroalimentario?
Cuando se elabora a partir de un diagnóstico realista, un plan de igualdad puede:
Mejorar la eficiencia organizativa.
Aumentar la motivación y retención del talento femenino.
Cumplir con los requisitos legales y evitar sanciones.
Acceder a ayudas, subvenciones y licitaciones públicas.
Mejorar la imagen institucional y reputación.
Un enfoque adaptado al entorno rural, que tenga en cuenta la especificidad del agro, marcará la diferencia.
¿Cómo actuar si ya se ha hecho un diagnóstico poco realista?
Es posible reconducir la situación con una revisión o actualización del diagnóstico, especialmente si se hace antes de aplicar las medidas del plan de igualdad. Algunas organizaciones optan por complementar el diagnóstico inicial con una segunda fase cualitativa, centrada en recoger la voz de las mujeres que no habían sido escuchadas.
De este modo, se refuerza la credibilidad del proceso y se corrigen errores a tiempo.
Conclusión profesional orientada a acción
La clave para avanzar hacia la igualdad real en el sector agroalimentario está en mirar con objetividad y sensibilidad lo que sucede dentro de las organizaciones. Eso empieza por un diagnóstico serio, profundo y con enfoque de género. Reflejar adecuadamente la labor de las mujeres no es solo justo, sino imprescindible para que cualquier medida tenga efecto.
Contar con una visión experta puede marcar la diferencia. En nuestra experiencia, adaptar cada análisis a la realidad de cada organización del entorno rural permite obtener diagnósticos rigurosos y soluciones aplicables. Si deseas avanzar con rigor, sin compromiso inicial, te ofrecemos asesoramiento especializado y adaptado a través del plan de igualdad.
Preguntas frecuentes sobre el diagnóstico de igualdad en el sector agro
¿Es obligatorio hacer diagnóstico para el plan de igualdad?
Sí. Según el Real Decreto 901/2020, el diagnóstico es obligatorio y debe incluir un análisis completo de todas las condiciones laborales con perspectiva de género.
¿Cómo se identifican las tareas no formalizadas de las mujeres rurales?
Mediante entrevistas, observación directa y revisión cualitativa. No basta con el análisis documental; es necesario investigar el día a día.
¿Qué beneficios aporta reconocer la titularidad compartida?
Visibiliza legalmente a mujeres que trabajan en explotaciones familiares, permitiéndoles acceso a derechos laborales, formación y ayudas.
¿Se pueden actualizar diagnósticos antiguos?
Sí. Es recomendable revisarlos si han pasado más de 2 años o si hubo cambios relevantes en la plantilla o estructura de la organización.