¿Estás seguro de que tu canal ético realmente cumple su función?
Muchos lo ven como un simple trámite para evitar sanciones, una “bandeja de entrada anónima” para cumplir con la Ley 2/2023. Pero esa visión es el primer paso hacia el fracaso. El 80 % de los canales éticos implementados de forma apresurada acaban siendo ineficaces, inútiles o incluso contraproducentes.
¿De qué sirve tener un canal abierto si nadie lo utiliza? ¿O si quien lo usa sufre represalias o filtraciones? Lo que muchos no ven es que implementar un canal ético no es un proyecto tecnológico, sino una responsabilidad organizativa profunda. Y si se hace mal, no solo hay sanciones: hay pérdida de confianza, exposición reputacional y riesgos legales graves.
Por eso es tan importante contar con una solución integral como Canal ético, que va mucho más allá del formulario.
1. Confiar en una herramienta tecnológica sin respaldo jurídico
Este error lo hemos visto decenas de veces: se instala un software de buzón anónimo y se da por cumplida la ley. Pero sin un sistema de gestión interno, procedimientos definidos y asesoramiento legal experto, ese canal no vale nada.
La normativa exige confidencialidad, trazabilidad, medidas contra represalias y tiempos de respuesta. Y nada de eso lo garantiza un simple plugin web.
2. No nombrar un responsable del canal
Puede parecer obvio, pero muchas organizaciones instalan el canal… y nadie se hace cargo. Sin una figura responsable, no hay gestión, seguimiento ni seguridad jurídica. Peor aún: en caso de denuncia, la inacción puede ser considerada agravante.
3. No formar ni sensibilizar al equipo
¿Estás seguro de que tus empleados saben que el canal existe? ¿Saben cómo utilizarlo, cuándo hacerlo y qué protección tienen? La mayoría de las veces, el canal falla porque nadie lo entiende ni confía en él. La formación y la cultura son tan importantes como la plataforma.
4. Dejar fuera a terceros
La Ley 2/2023 exige que el canal sea accesible no solo para empleados, sino también para proveedores, colaboradores, antiguos trabajadores, etc. Ignorar esto es incumplir directamente la normativa.
5. No establecer medidas frente a represalias
Implementar un canal sin proteger a los informantes es como invitar al silencio. Si no se articulan medidas claras frente a represalias, nadie se atreverá a usarlo. Y si alguien sufre consecuencias por informar, la empresa será la responsable.
6. No cumplir con los plazos legales
La norma establece plazos estrictos para acusar recibo, investigar y cerrar cada expediente. No cumplirlos anula la validez del canal y te expone a sanciones. Este error es más común de lo que parece cuando no hay un sistema automatizado y bien gestionado.
7. No documentar ni acreditar las actuaciones
En caso de inspección o conflicto, debes poder demostrar cada paso dado: cuándo se recibió una denuncia, cómo se tramitó, qué medidas se tomaron. Sin trazabilidad, no hay defensa posible.
Este punto está perfectamente resuelto cuando se trabaja con una solución como el Canal ético, que integra tecnología y consultoría jurídica.
8. Pensar que basta con un email o buzón físico
Aunque parezca increíble, aún hay entidades que habilitan un correo genérico o una urna cerrada para recibir denuncias. Esto incumple todos los principios legales: anonimato, seguridad, control de accesos, etc. La AAI puede imponer sanciones de hasta 1 millón de euros.
9. No revisar ni auditar el funcionamiento del canal
Un canal que no se evalúa, no mejora. La revisión periódica es obligatoria y necesaria para detectar fallos, mejorar procesos y garantizar que el canal cumple su función de forma real, no solo formal.
10. Creer que el canal ético es suficiente por sí solo
El canal es una pieza clave, pero no es todo el sistema. Debe integrarse en una cultura de cumplimiento, dentro de un modelo de prevención de delitos, un código ético y una política de integridad corporativa. Quien lo vea como algo aislado, está incumpliendo sin saberlo.
¿Y ahora? ¿Estás cometiendo alguno de estos errores?
Puede que sí. O puede que no lo sepas aún. Pero lo cierto es que un canal mal implementado no solo no protege: te expone aún más. Y cuando llegue el momento —una denuncia, una inspección, una crisis reputacional— ya será demasiado tarde para corregir.
En Audidat, con el servicio Canal ético, acompañamos a tu organización de forma personalizada: analizamos tu situación, implementamos el sistema completo y formamos a tu equipo. Sin complicaciones, sin letra pequeña y cumpliendo desde el primer día.
Preguntas frecuentes sobre la implantación del canal ético
¿Qué empresas están obligadas a tener un canal ético?
Todas las empresas con 50 o más trabajadores, y también aquellas del sector público, o que operen en sectores sensibles como el financiero o el tecnológico.
¿Puede gestionarlo una persona interna?
Sí, pero debe tener independencia, formación y capacidad real de actuación. Muchas empresas optan por una gestión externa para garantizar la imparcialidad.
¿Es obligatorio permitir denuncias anónimas?
Sí. El canal debe permitir la denuncia anónima y garantizar que no se identifique al informante directa ni indirectamente.
¿Hay sanciones si no se cumple?
Sí. La Autoridad Independiente de Protección del Informante puede imponer sanciones de hasta 1 millón de euros, además de responsabilidades por daños y perjuicios.