El cumplimiento laboral se ve condicionado por la creciente complejidad normativa y la presión reputacional sobre las empresas.
La Norma UNE 19604:2023 impulsa una cultura de compliance más estructurada y certificable.
Las empresas enfrentan nuevos retos como la jornada de 37,5 horas, cambios en despidos y demandas de conciliación.
Se requiere un enfoque proactivo que vaya más allá del cumplimiento mínimo para evitar sanciones y daños reputacionales.
Compliance laboral 2025: adaptarse o quedarse atrás
En un entorno marcado por una constante inestabilidad normativa y una creciente presión regulatoria, el compliance laboral se convierte en una prioridad estratégica para las empresas. Factores como la irrupción de nuevas obligaciones (planes de igualdad, protocolos de desconexión, medidas LGBTI, Canal Ético) y la expansión internacional de muchas compañías hacen imprescindible demostrar un cumplimiento riguroso de la normativa laboral, tanto local como internacional.
En este contexto, el curso “Compliance laboral y actualización normativa 2025” de E&J School ha iniciado con un webinar donde se abordaron los principales retos normativos del año, con especial atención al impacto práctico en las organizaciones.
Tres posturas frente al compliance laboral
Las empresas españolas adoptan distintas aproximaciones al cumplimiento:
Postura reactiva: evalúan el coste del incumplimiento y deciden si asumirlo.
Cumplimiento mínimo: buscan adaptarse a lo estrictamente obligatorio sin ir más allá.
Cultura de cumplimiento: las más avanzadas promueven activamente el compliance e incluso valoran certificarse conforme a la Norma UNE 19604:2023, que estandariza los sistemas de gestión sociolaboral.
Una normativa en constante evolución
El entorno laboral actual se caracteriza por una elevada incertidumbre jurídica. Normas mal redactadas y de difícil aplicación generan una creciente conflictividad social. Un ejemplo es la propuesta de jornada laboral de 37,5 horas semanales, cuyo anteproyecto está pendiente de tramitación, pero que podría suponer un cambio estructural en la organización del trabajo si finalmente se aprueba, aunque no de forma inmediata ni sin modificaciones.
Ante este escenario, las empresas deben anticiparse: analizar el impacto de esta posible reforma según su convenio colectivo, su estructura de plantilla (jornadas parciales, turnos, temporalidad) y sector de actividad. La planificación será clave para evitar tensiones operativas y económicas.
Más allá de sanciones: la reputación también está en juego
El cumplimiento no debe limitarse a evitar sanciones. Los riesgos reputacionales, el clima laboral y la confianza del equipo interno también están en juego. Obligaciones como el protocolo de acoso, el plan de igualdad o la gestión adecuada del Canal Ético siguen siendo incumplidas en muchas organizaciones, ya sea por desconocimiento o por falta de actualización conforme a las últimas normas (como el Convenio 190 de la OIT).
Nóminas, Seguridad Social y complejidad técnica
Otro frente crítico para el compliance laboral es la correcta gestión de nóminas y cotizaciones, afectada por cambios continuos en la normativa y en los criterios interpretativos de la Seguridad Social. La revisión periódica de procesos y conceptos retributivos es esencial para evitar errores que pueden tener consecuencias legales y económicas.
Actualización normativa y jurisprudencia reciente
El año 2025 arranca con numerosos frentes abiertos en materia legal y jurisprudencial. Entre los más destacados:
Exigencia del trámite de audiencia previa en despidos disciplinarios.
Refuerzo jurisprudencial de la garantía de indemnidad en despidos.
Pendientes pronunciamientos clave del Tribunal Supremo sobre despidos en situación de baja médica.
Aumento de peticiones de adaptación de jornada por conciliación, incluido el teletrabajo.
Conflictos por el disfrute del nuevo permiso de 5 días por enfermedad u hospitalización.
Entrada en vigor del Estatuto de la Autoridad Independiente de Protección del Informante (AIPI), aunque su operatividad aún está pendiente.
Un futuro que exige compromiso
El compliance laboral ya no es una opción ni una simple formalidad. Las empresas deben adoptar una visión estratégica y transversal, que contemple el cumplimiento como parte de su cultura corporativa. Solo aquellas que integren la normativa en su gestión diaria, que se anticipen a los cambios y que comuniquen de forma transparente con sus equipos, podrán afrontar con garantías un entorno cada vez más exigente.