Cuando una organización pone en marcha un canal ético, suele pensar que el trabajo está hecho. Pero la realidad es muy distinta: si los empleados no lo usan, no existe. Lo que muchos no ven es que un canal ético que no recibe comunicaciones no siempre significa que todo esté bien… muchas veces, significa que nadie se atreve a hablar.
Los problemas de cultura interna, el miedo a represalias o la desconfianza en la confidencialidad del sistema son barreras silenciosas que pueden hacer que el canal quede completamente inoperativo. Implementarlo sin acompañarlo de estrategias efectivas de sensibilización es uno de los errores más frecuentes que vemos en la implantación del canal ético.
Desde el primer momento, es clave que el uso del canal se entienda como un derecho y una responsabilidad, y no como una amenaza o un formalismo. Por eso, contar con un servicio especializado como el Canal ético desde el inicio puede marcar la diferencia entre cumplir y protegerse, o simplemente aparentar.
¿Por qué no se utiliza el canal ético? Motivos invisibles pero críticos
Puede que pienses que basta con enviar una circular informativa y colocar un enlace en la intranet. Pero si los empleados no confían en el canal, nunca lo utilizarán, aunque ocurra algo grave.
Los motivos más habituales de inacción son:
Desconocimiento: muchos trabajadores no saben que existe, cómo funciona o para qué sirve exactamente.
Temor a represalias: si no perciben una garantía real de confidencialidad, callarán.
Falsa sensación de normalidad: se asume que “aquí no pasa nada” o que no es tan grave.
Ausencia de ejemplo desde la dirección: si el liderazgo no impulsa activamente su uso, se percibe como irrelevante.
Este error lo hemos visto decenas de veces: organizaciones con un canal activo desde hace meses… pero sin una sola comunicación recibida. ¿La consecuencia? Una trampa de cumplimiento que puede volverse en contra en cualquier inspección, denuncia o conflicto interno.
Estrategias clave para fomentar el uso real y efectivo del canal ético
Lo importante no es solo tener un canal ético, sino construir un entorno donde usarlo sea natural, seguro y eficaz. Estas son algunas de las estrategias que deberían implantarse desde el primer día:
Comunicación continua y clara: no basta con informar una vez. Hay que recordar periódicamente qué es, cómo funciona y por qué es importante.
Formación específica: tanto a empleados como a mandos intermedios, para eliminar miedos y dudas.
Garantías visibles de confidencialidad: anonimato, trazabilidad, imparcialidad… y demostrarlo con hechos.
Apoyo de la dirección: los líderes deben hablar del canal, respaldarlo y actuar con coherencia ante las comunicaciones recibidas.
Evaluación periódica del uso y percepción: encuestas internas, revisión de indicadores y análisis de confianza.
Muchos creen que ya cumplen con la normativa solo por tenerlo implantado, pero la Directiva Whistleblowing exige que el canal sea accesible, eficaz y seguro, y eso implica también promover activamente su uso.
Aquí es donde el acompañamiento experto de un sistema como el Canal ético puede marcar una diferencia real en términos de cumplimiento, prevención y protección jurídica.
El coste oculto de un canal ético “fantasma”
¿Estás seguro de que tu canal ético cumple con su propósito? Un canal inactivo, desconocido o ineficaz no solo incumple la ley. También:
Genera una falsa sensación de seguridad.
Permite que conflictos internos se enquisten o escalen sin control.
Debilita la cultura corporativa y la confianza interna.
Expone a la organización a sanciones, pérdida reputacional y litigios innecesarios.
Lo que muchos no ven es que la pasividad también es un riesgo legal. Porque ante una denuncia formal, no basta con decir que el canal existe: hay que demostrar que funcionaba correctamente y que era accesible y seguro.
Una solución como el Canal ético no solo resuelve los aspectos normativos, sino que también acompaña con formación, seguimiento y soporte experto para que el sistema funcione de verdad.
¿Está tu canal ético cumpliendo su función real?
Si no sabes cuándo fue la última vez que se habló del canal dentro de tu organización, si no has recibido comunicaciones en meses, o si notas cierta desconfianza o apatía interna, es momento de actuar.
En Audidat evaluamos tu caso de forma personalizada para detectar fallos, sensibilizar a tu equipo y ayudarte a convertir el canal ético en una herramienta viva, útil y protectora para todos.
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Preguntas frecuentes sobre el uso del canal ético
¿Es obligatorio fomentar el uso del canal ético?
Sí. La normativa exige no solo tenerlo implementado, sino garantizar que sea accesible, comprensible y efectivo, lo cual implica promover su uso activamente.
¿Qué ocurre si el canal ético no recibe ninguna denuncia?
Puede interpretarse como una señal de que no se está comunicando bien su existencia o que existe miedo o desconfianza. Esto puede volverse en contra de la organización en caso de inspección o conflicto.
¿Cómo sensibilizar a los empleados sin generar miedo?
La clave está en la formación, en el ejemplo desde la dirección y en explicar que el canal protege a todos. No es una amenaza, sino una herramienta de mejora.
¿Es recomendable externalizar el canal ético?
Sí, especialmente si se busca imparcialidad, confidencialidad y cumplimiento normativo real. Un canal gestionado por expertos inspira más confianza y mejora su uso.
¿Cada cuánto tiempo debería evaluarse la eficacia del canal?
Al menos una vez al año, revisando indicadores, percepción interna y funcionamiento técnico y procedimental del canal.