El auge del teletrabajo ha incrementado los ciberataques, exigiendo mayor preparación en las empresas.
INCIBE registró 97.000 incidentes en 2024, con un notable impacto en pymes y autónomos.
La formación, el uso de VPNs y la autenticación en dos pasos destacan entre las medidas esenciales.
Adoptar una cultura de ciberseguridad es clave para garantizar un entorno laboral remoto seguro.
Teletrabajo y ciberseguridad: un reto estratégico
El trabajo remoto se ha consolidado como una forma flexible y eficiente de operar, pero también ha multiplicado los riesgos para la seguridad de la información. La dispersión de dispositivos y el uso de redes no corporativas han hecho que los entornos remotos se conviertan en objetivos preferentes para los ciberataques. Para las organizaciones, reforzar sus defensas no es solo una obligación técnica, sino un imperativo estratégico.
La ciberseguridad ya no puede considerarse un asunto exclusivo del departamento de IT. Su impacto atraviesa a toda la organización y su efectividad depende en gran medida del comportamiento de los empleados. En este contexto, resulta esencial adoptar buenas prácticas que protejan los datos y fortalezcan la resiliencia digital.
1. Formación continua: el primer escudo
La mayoría de las brechas de seguridad se originan por errores humanos. Abrir archivos maliciosos, utilizar contraseñas débiles o caer en ataques de phishing son prácticas comunes que pueden prevenirse con una formación adecuada. Esta debe ser práctica, continua y adaptada a cada perfil profesional.
Simulaciones de ciberataques y talleres personalizados por departamentos ayudan a que los empleados interioricen los riesgos y desarrollen respuestas efectivas. Capacitar desde el conocimiento evita incidentes que ningún antivirus puede detener por sí solo.
2. Normas claras y comprensibles
En entornos remotos, las políticas de seguridad deben estar bien definidas y al alcance de todos. Establecer reglas claras para el uso de redes, dispositivos, correos electrónicos y almacenamiento en la nube evita errores críticos. La simplicidad y la aplicabilidad son esenciales: una política compleja será ignorada.
Proporcionar guías accesibles y sin tecnicismos permite que todos los empleados, independientemente de su perfil, comprendan la importancia de las medidas y las apliquen con rigor.
3. VPN corporativa: acceso remoto seguro
Una red privada virtual (VPN) garantiza que los datos transmitidos estén cifrados, impidiendo que terceros accedan a información sensible. Su uso debería ser obligatorio en cualquier conexión fuera del entorno corporativo.
No basta con implementar la VPN; también es crucial actualizarla, supervisar su uso y formar a los empleados para que no la desactiven por comodidad.
4. Equipos configurados desde el inicio
Antes de entregar un dispositivo, debe ser preparado con herramientas de protección: antivirus, cortafuegos, cifrado de discos y desactivación de funciones innecesarias. Además, es recomendable que los equipos sean gestionados de forma centralizada, permitiendo aplicar políticas de seguridad y detectar amenazas con rapidez.
Una configuración adecuada desde el primer día reduce el riesgo de vulnerabilidades en el entorno remoto.
5. Verificación en dos pasos: barrera eficaz
La autenticación en dos factores (2FA) añade una capa adicional de seguridad. Incluso si una contraseña es comprometida, el atacante no podrá acceder sin el segundo factor, normalmente un código temporal.
Este sistema debería aplicarse de forma generalizada en herramientas corporativas, plataformas críticas y accesos a datos sensibles.
6. Control de accesos por roles
Limitar el acceso según funciones minimiza el impacto de posibles ataques. No todos los empleados necesitan ver o gestionar toda la información. Definir roles y permisos específicos permite contener daños en caso de incidentes.
Además, facilita el cumplimiento normativo, como el exigido por el RGPD, y mejora la trazabilidad de accesos y acciones internas.
7. Plan de respuesta ante incidentes
Estar preparados para actuar ante un incidente es tan importante como prevenirlo. Contar con un protocolo claro, con responsables asignados y una cadena de comunicación definida, es imprescindible.
El plan debe contemplar notificaciones internas, comunicación con terceros y criterios para evaluar el impacto de cada incidente.
8. Auditorías de seguridad y revisiones
La ciberseguridad no es estática. Requiere revisiones periódicas para detectar debilidades y corregirlas a tiempo. Auditorías programadas y herramientas de monitorización ayudan a identificar accesos sospechosos o configuraciones incorrectas.
Este enfoque proactivo permite anticiparse a amenazas antes de que causen daños.
9. Dispositivos personales, bajo control
El uso de dispositivos personales debe evitarse o regularse estrictamente mediante políticas BYOD (Bring Your Own Device). Si no se puede evitar, es fundamental aplicar medidas como el cifrado, la gestión remota o la restricción de funcionalidades.
El mejor escenario sigue siendo proporcionar equipos corporativos preparados para cumplir con los estándares de seguridad.
10. Cultura de la ciberseguridad
Más allá de las herramientas, lo que garantiza la protección es una mentalidad compartida. Toda la organización, desde directivos hasta nuevos empleados, debe asumir la ciberseguridad como una responsabilidad colectiva.
Fomentar una cultura de seguridad reduce errores, mejora la capacidad de respuesta y crea un entorno de trabajo digitalmente resiliente.
Un reto y una oportunidad para las empresas
La ciberseguridad en el teletrabajo no es una carga, sino una oportunidad para mejorar procesos y reforzar la confianza de clientes y colaboradores. Las organizaciones que actúen con anticipación y compromiso estarán mejor preparadas para afrontar los desafíos del entorno digital.